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Colombia 1: Bogotá

En Bogotá durante los primeros dos días de un viaje por Colombia.

Colombia 1: Bogotá

Hace tiempo que no escribo nada y se me acumulan los viajes: Tailandia y Myanmar, Kenia y Tanzania, Túnez, Malta, Nápoles… Debería seguir por Egipto, que empecé hará un año y no seguí; pero casi que voy a retomar la escritura por el último que he realizado, que lo tengo más fresco.

En noviembre de 2023, marché a Colombia junto con mi amigo Alejandro Somoano, infatigable viajero. Fue un viaje muy intenso y entretenido en el que pudimos hacer varios trekkings por unos escenarios naturales espectaculares.

El viaje empezó por Bogotá, donde llegamos al atardecer después de unas 11 horas de vuelo. Pasamos allí el día siguiente y por la noche cogimos un bus hacia Salerno, en el eje cafetero. Llegamos hacia las seis de la mañana, dejamos las mochilas y fuimos al Valle de Cocora. Al día siguiente seguimos recorriendo el eje cafetero y por la tarde marchamos a Medellín, donde pasamos también el día siguiente. Al segundo día por la zona hicimos una excursión hasta El Peñol y al anochecer cogimos un avión a Santa Marta, en la costa. A la mañana siguiente empezó la parte más divertida del viaje, el camino a la Ciudad Perdida, un trekking de 4 días por los bosques de Sierra Nevada. A la vuelta nos detuvimos en el Parque Natural de Tayrona, donde nos quedamos día y medio, y de allí fuimos a la Guajira y llegamos hasta Punta Gallinas, el punto más septentrional del continente. El viaje terminó en Cartagena, que no nos dio tiempo a ver porque el bus nocturno llegó con muchas horas de retraso, justo a tiempo de coger un vuelo de regreso a Bogotá y de ahí a Madrid. Nos dejamos por ver el desierto de Tatacoa, Cali y el parque arqueológico de San Agustín, entre otros sitios, pero no teníamos más días disponibles.

Sierra Nevada

Como decía, llegamos a Bogotá el viernes por la tarde noche. Nos alojamos en la llamada zona T, la más segura y animada. Dejamos las mochilas y salimos a cenar y dar un paseo. Después de una cena deliciosa en una cevichería de la zona, fuimos a un local donde se practicaban juegos populares colombianos. Uno de ellos era una especie de “ranita”, un juego donde se lanzan monedas tratando de acertar en pequeños huecos de una mesa de metal. El otro era muy curioso: se trata del “Tejo”, en el que los jugadores lanzan discos metálicos hacia una diana de arcilla con pequeños paquetes de pólvora, que explotan al ser golpeados.

Al día siguiente, nos levantamos temprano para descubrir Bogotá. Comenzamos con una visita al cerro de Monserrate. Este lugar es más que un atractivo turístico; es un sitio de peregrinación religiosa con un santuario a 3.150 metros sobre el nivel del mar. Subimos en funicular, disfrutamos de una vista espectacular de la ciudad, y decidimos bajar caminando, un recorrido interminable de unos 2.5 km que confío sirviese para quitar algún que otro pecado venial.

Luego exploramos La Candelaria, el casco histórico de la ciudad, un barrio de casas coloniales coloridas, grafitis artísticos y una atmósfera divertida. Llovió algo, pero no tanto como para obligarnos a parar.

Caminamos sin descanso y el día nos dio para ver varios sitios interesantes más. A vuelapluma:

La Plaza de Bolívar, un espacio impresionante, presidido por la majestuosa Catedral Metropolitana, construida a principios del siglo XIX, y rodeado de edificios gubernamentales, como el Capitolio Nacional, sede del Congreso; el Palacio de Justicia y el ayuntamiento.

Cerca se encuentra el Museo Botero, donde hay obras de este artista colombiano que me gusta mucho y de otros artistas contemporáneos.

Y un poco más alejado, pero siempre en el centro histórico, el Museo del Oro, que alberga la mayor colección de orfebrería prehispánica en el mundo. Me fascinaron las figuras de aquellos dioses antiguos hoy desconocidos.

Y lo que más me gustó fue la iglesia desacralizada de Santa Clara, que ahora sirve como museo de arte contemporáneo. Muy chula la combinación de arte sacro naif de época colonial con las obras contemporáneas.

Al anochecer, recogimos las mochilas de un hotel donde las habíamos dejado y marchamos a la estación de autobús para ir al eje cafetero. El viaje empezaba muy bien.

Comentarios

*

  1. Rafa dice:

    ¡Me tienes en ascuas!
    ¿qué pasó en dicho viaje que no quieres continuar escribiendo?

  2. marcos dice:

    jejeje, esta semana sigo.