Georgia 3: David Gareja
Una excursión que salió mal por un culpa de una frontera mal puesta.
El tercer día hicimos otra excursión desde Tbilisi, esta vez a David Gareja, que en teoría iba a ser de las más chulas del viaje, aunque al final salió reguleras por culpa de unos militares inclementes.
David Gareja es un complejo monástico que hay que por el sur, en la frontera con Azerbaiyán, que se remonta al siglo VI. Es muy grande, abarca varios monasterios, y la zona más interesante está situada en la ladera de una montaña donde llevan excavando habitáculos desde tiempos inmemoriales. La parte inferior se encuentra en territorio georgiano, mientras que la superior está en manos azeríes y ni unos ni otros han conseguido ponerse de acuerdo para que el conjunto sea de los dos y repartirse los beneficios del turismo en aras de la cultura.
Desde Tbilisi se tarda como unas dos horas en llegar y el último tramo es espectacular, sobre todo si te gustan los paisajes desérticos, como es mi caso.
El monasterio principal, el que da el nombre al complejo, fue cerrado al igual que el resto en 1921, tras la invasión soviética y durante décadas sirvió de campo de entrenamiento para los militares rusos; pero desde que Georgia recuperó la independencia fue cobrando vida de nuevo y hoy vuelve a estar ocupado por los monjes. Estaba rodeado por una muralla defensiva, algo común en los monasterios medievales del Cáucaso, que la zona se invadía cada dos por tres, y contaba con un sistema ingenioso para aprovechar el agua que corría por la ladera de la montaña.
Nos habíamos preparado muy bien para el trekking de la visita. Llevábamos botas de media caña, que al parecer abundan las serpientes, agua para regar el desierto del Kalahari, cacahuetes y no sé cuántas viandas más para ir llenando el buche… Sin embargo, poco después de dejar atrás el recinto principal de la parte inferior y comenzar a subir la montaña apareció un grupo de soldados a cada cual más grande y nos dijeron que la parte superior estaba cerrada. Resulta que unos días atrás se había producido una discusión fronteriza entre los georgianos y los azeríes por no recuerdo qué chorrada y habían decidido cerrar cada uno su parte. De nada sirvió mi mejor cara de gatito-bajo-la-lluvia-pidiendo-entrar, así que, después de desestimar la posibilidad de darles esquinazo y probar una ruta alternativa, tuvimos que renunciar a la parte superior, sin la cual, la verdad, el conjunto no sé yo si vale la pena la excursión desde Tbilisi. Malditas fronteras.
Sagarejo
Ya camino de vuelta, para quitarnos el mal sabor de boca del encontronazo con los milicos, los únicos tipos serios que encontramos durante todo el viaje por Georgia, nos detuvimos en el pequeño pueblo de Sagarejo para visitar la catedral amurallada de Ninotsminda. Se remonta al siglo X y está muy deteriorada, pero precisamente por eso nos pareció muy chula.
En Tbilisi, unas cuantas cervezas terminaron por hacernos olvidar el desastre de la mañana, que en realidad no fue para tanto, ya que al menos sí que pudimos ver la parte inferior del monasterio.
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