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Hormigas y laberintos

¿Existe alguna relación entre los laberintos y los hormigueros?

Hormigas y laberintos
Hormigas en el bestiario de Northumberland Bestiary (c. 1250–60)

Cuando Dédalo escapó volando del laberinto, donde había sido encerrado por Minos como castigo por haber ayudado a Teseo, llegó hasta Sicilia. Allí se refugió en la corte del rey Cócalo, en Acragante. Minos, mientras tanto, había zarpado al mando de su flota y deambulaba de isla en isla preguntando si alguien le había visto. Para encontrarle prometió una gran recompensa a quien fuera capaz de atravesar una tortuosa caracola con un hilo, pues sabía que un problema tan complicado solo lo podía resolver alguien con el talento de Dédalo. En efecto, cuando llegó al palacio de Cócalo, el rey le dio a escondidas la caracola a Dédalo y el inventor consiguió atravesarla con un hilo que había atado a una hormiga, la cual pudo pasar por todos los recovecos. Habían caído en la trampa: en cuanto Minos vio la caracola enhebrada exigió que le entregaran a Dédalo.

Descubrir a alguien escondido mediante una argucia que revele su verdadera naturaleza es algo recurrente en los mitos griegos. Por ejemplo, Aquiles se escondió entre un grupo de mujeres para no ir a la guerra de Troya, pero fue descubierto al escoger una espada entre diversos presentes; Odiseo, que tampoco quería ir a la guerra, se fingió loco, arando errático los campos, hasta que pusieron delante del arado a su hijo Telémaco. En los tres casos, no hay disfraz que pueda enmascarar la fuerza de su naturaleza: el astuto e inteligente Odiseo, que siente gran apego por su familia, no puede evitar salvar a su hijo; al habilidoso Dédalo le resulta imposible no tratar de superar un reto ingenioso; y el impulso guerrero de Aquiles aflora en cuanto ve una espada. 

aquiles en el gineceo
Aquiles con las hijas de Licomedes. Rubens (1625-1630) Museo del Prado. Aquiles está a punto de caer en la trampa de Odiseo.

Volvamos al palacio de Cócalo. La idea de la caracola y la hormiga es muy coherente con el mito. Las oquedades del interior de la caracola reflejan las vueltas enrevesadas del laberinto y la hormiga consigue superar el reto mediante un hilo, igual que el entregado a Ariadna y Teseo. Pero es que, además, las hormigas también construyen y habitan en laberintos. Como ya decía el escritor latino  Claudio Eliano en el siglo II:

«Los historiadores hablan, encantados, de las galerías subterráneas de las tumbas de los reyes egipcios, y de ellos mismos y el gremio de los poetas hablan, igualmente encantados, también de ciertos laberintos de Creta. En cambio, no conocen los senderos, vueltas y circunvalaciones que las hormigas hacen en sus excavaciones subterráneas.

»Resulta que construyen el referido edificio subterráneo lo más en zigzag posible, a sabiendas, para hacer el paso a quienes conspiran contra ellas difícil de franquear o cerrado completamente al paso». (1).

Este hormiguero laberíntico plantea una cuestión interesante. En general, solemos pensar que la estructura que inspiró la idea del laberinto pudo ser una cueva con muchas galerías confusas o una trampa de caza o cualquier otro recorrido tortuoso por algún espacio, real o imaginario, de caminos complicados, como un bosque, pero ¿y si fue un hormiguero?

Notas

1. Claudio Eliano. Historia de los animales. Ed. de José Vara Donado. Akal, 1989.

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