Países Bálticos: 2. Estonia
Tallin, Lahemaa, Narva y Mustvee (países bálticos, agosto de 2017)
Tallin
El viaje por Estonia arrancó en Tallin, a donde llegamos desde Helsinki en un barco que cruza el canal. El viaje duró unas dos horas y fue muy agradable. Subimos a la planta más alta y desde allí disfrutamos del mar mientras observábamos cómo los demás viajeros se emborrachaban con vino y cerveza, que parecía ser práctica común en este tipo de recorridos por lo que pudimos deducir por la gran cantidad de bares a bordo.
Tallin nos gustó mucho El casco antiguo se conserva muy bien y te haces una idea de cómo debía ser la vida en el siglo XVI. La única nota negativa era que, de tan cuidado, parecía demasiado artificial. La gran cantidad de turistas y locales ad hoc al final te dejan cierta sensación de estar en un centro comercial… un poco como sucede con Venecia, aunque no tan exagerado.
Parque nacional de Lahemaa
Desde Tallin marchamos hacia el este, hacia la frontera con Rusia, pero por el camino paramos en un parque nacional estupendo donde se encontraba un antiguo pueblo de pescadores llamado Altjaa.
Narva
Al atardecer llegamos a Narva, en la frontera con Rusia, buscando una ciudad encantadora, bajo la sombra de un castillo histórico… ¡Al palo! Narva es una ciudad muy triste, donde se alzan solo crecen bloques de hormigón soviéticos, salpimentados de prostíbulos muy cutres y adornados con luces de neón para atraer a los camioneros que una y otra vez cruzan la frontera. La ciudad, claustrofóbica, está separada en dos por una carretera flanqueada por verjas altísimas que dan dan miedo solo mirarlas.
Kohtla
Salimos muy pronto de Narva rumbo al museo minero de Khotla, un poco más al sur. Por el camino paramos en otra localidad cerca de la frontera que era igual de triste y monolítica; parece que cuanto más cerca están los sitios de la antigua Rusia comunista, más feas son.
No entramos en el museo, que era muy caro, pero era bonito de ver por fuera y en la cafetería nos tomamos un tanque de café que nos vino de perlas.
Mustvee
Todo cafeína seguimos hacia el sur, hacia un pueblo en la ribera del lago Pepsi llamado Mustvee, que es muy bonito. El lago es enorme. Parece un mar.
Tartu
Al atardecer llegamos a Tartú, que fue la ciudad que más nos gustó de todo el país. Es pequeña y se respira cultura en cada esquina: teatros, museos, exposiciones, adolescentes cantando y bailando en la calle para ganarse unos dineros, una universidad espectacular y 2000 sitios para escoger donde comer.
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