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Sigüenza

Una escapada por Sigüenza

Sigüenza

A finales de octubre de 2019, Eva y yo nos escapamos un par de días a Sigüenza, en el norte de Guadalajara para celebrar su cumpleaños. Llegamos un viernes por la mañana y marchamos el domingo al mediodía, lo que nos permitió disfrutar de la ciudad antes de la avalancha de turistas que llega el sábado.

Por su posición estratégica dominando un valle, el sitio estuvo poblado desde la Edad del Hierro y fue una de las ciudades principales la Celtiberia hasta que fue conquistada por los romanos. Durante la Edad Media fue centro episcopal y gozó de cierta prosperidad, en parte debido a unas salinas cercanas. Entre 1476 y 1824 tuvo universidad, que más adelante se convirtió en un colegio dependiente de la Universidad de Alcalá.

En el núcleo histórico se conservan numerosos sitios monumentales de interés. El que más nos gustó fue el castillo de los obispos de Sigüenza, una fortaleza que se remonta al siglo XII y que ha sido reconstruida varias veces a lo largo de la historia. La última fue después de la guerra civil, durante la que quedó muy dañado. Desde 1972 funciona como parador nacional de turismo, por lo que alojarse es muy caro, pero se puede entrar y visitar el patio de armas, que es muy chulo.

Más importante que el castillo es la catedral de Santa María de Sigüenza, una obra de grandes dimensiones que se alza en la plaza mayor. Comenzó a construirse en 1124, cuando la ciudad pasó de manos musulmanas a cristianas, y desde entonces ha ido ampliándose y reformándose en distintas épocas según el estilo imperante en cada momento.

Hay varias iglesias históricas por el casco antiguo. La que más nos llamó la atención es una muy pequeña dedicada a San Vicente que data del siglo XII. No sabemos si ya nació así o es el resultado de alguna reforma posterior, pero el caso es que la portada está totalmente desequilibrada. La puerta está pegada al lado izquierdo desplazada del eje central del arco superior. Muy curioso.

La ruta de don Quijote

Dedicamos el viernes a visitar la ciudad y zampar como Gargantúas, que se come muy bien, y el sábado salimos a recorrer una de las numerosas rutas que hay alrededor. La más célebre recorre el parque natural del Barranco del Río Dulce, pero para hacerla hay que ir en coche hasta algún pueblo cercano, así que nosotros hicimos otra que nos encantó, la que va desde Sigüenza a La Peregrina pasando por el barranco de José Ventura.

El paseo son unos siete kilómetros ida por otros tantos de vuelta y forma parte de la llamada Ruta del Quijote. Desde Sigüenza se puede enganchar por dos caminos. Uno pasa por la carretera desde la urbanización El Carmen y el otro, más chulo, se coge desde detrás del castillo. Caminas un rato por la carretera CM-110, al lado del arroyo de Valdemerina y luego subes una loma a la que pasas un campo cultivado. Cruzas la GU-118 y ya llegas a la parte chula, todo rodeado de encinas, sin cruzarte con nadie, hasta La Peregrina.

En la cima de La Peregrina se conservan los muros de un pequeño castillo medieval

La ruta es muy sencilla, apenas hay un par de tramos en cuesta, y en otoño es una delicia. Aunque se podía hacer circular, volviendo por la carretera, una vez que nos repusimos un poco en La Peregrina, regresamos por el mismo camino, que nos había encantado. A buen paso, se puede hacer en unas cuatro horas, aunque nosotros nos demoramos más porque nos fuimos parando a disfrutar del paisaje.

Como decía, hay varias rutas chulas, así que volveremos para recorrer el parque natural del Barranco del Río Dulce.

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