Tierra Santa: 1. Tel Aviv
Primera jornada del viaje.
Nota 2021
Escribí gran parte de este viaje a finales de 2018 y principios de 2019, antes de la pandemia del 2020; algunas referencias -como el horario y la disponibilidad de los autobuses-, claro está, habría que actualizarlas al mundo post-covid.
Comienza el viaje
En las navidades de 2018, Eva y yo fuimos a visitar Israel y el extremo sur de Jordania en busca de los antiguos reinos de los hebreos y luego a Jordania en pos de los nabateos. Fue un viaje formidable que comenzó en Tel Aviv y siguió por Jerusalén, Masada y Ein Gedi, Petra, Mitzpe Ramon y Beerseba y, finalmente, Cesarea y Akko. En total, unos 12 días, del 26 de diciembre al 6 enero, aunque el primero y el último los pasamos en ir y volver desde Madrid.
La ruta estuvo algo condicionada por el sabbath, el día sagrado de los judíos, que comienza el viernes por la tarde y termina el sábado por la noche, en el que todo se para y los servicios de los autobuses Egged son muy limitados, y más o menos buscaba seguir cierto orden cronológico empezando por la Antigüedad y terminando con la Edad Media y las Cruzadas. Ahora que conocemos algo mejor cómo funcionan los transportes y las distancias reales, sin embargo, pensamos que habría sido mejor hacer algo así:
- Avión hasta Jerusalén
- Jerusalén (2 días)
- Alquilar un coche y subir al norte. Además de Cesarea y Akko, ver alguna ciudad más, como Nazaret, y el mar de Galilea.
- Bajar luego a Cisjordania (Jericó, Monasterio de San Jorge, Belén).
- Dedicarle al menos dos días, sino tres, al Negev, incluyendo Masada, siguiendo las ciudades nabateas, además de Mitzpe Ramon y Masada, claro.
- Luego ya sí cruzar a Jordania y, además de Petra, dedicarle también algún día al desierto de Wadi Rum, ya sea durmiendo ahí o en Áqaba y haber vuelto por Amman, aunque sale más caro que desde Tel Aviv.
En cualquier caso, con más días habría incluido varias localidades del territorio palestino, que me habría gustado conocer de primera mano. Bueno, en cualquier caso, algún día volveremos para visitar lo que nos faltó : )
Tel Aviv
Llegamos a Tel Aviv el miércoles 26 de diciembre, cuando ya había anochecido Habíamos leído que el control para entrar era algo tedioso, pero la verdad es que tras un par de preguntas pasamos sin problemas. Al día siguiente fuimos a conocer la ciudad, que nos llamó la atención por sus grandes contrastes.
En el centro y el norte se alzan rascacielos tremendos y casas muy bien cuidadas, pero en el sur se extienden barrios deteriorados con edificios que, al menos por fuera, parecen bastante cochambrosos. Nosotros nos alojamos en el barrio de Neve Tzedek, en el sur, que tiene fama de bohemio y artístico, tal y como pudimos atisbar por los bares y los grafitis callejeros, ya que nos interesaba estar cerca del antiguo puerto de Jaffa, una de las zonas más apetecibles para los que nos gusta escudriñar en el pasado.
No pudimos disfrutar mucho de la ciudad porque no paró de llover, pero aún así, entre un chaparrón y otro, nos dio tiempo a pasear por la playa y algunas calles curiosas, aunque no pudimos detenernos en busca de algunos edificios que se levantaron a principios del siglo pasado siguiendo los cánones de la Bauhaus. Eso sí, como recompensa, en el mismo sitio donde comimos vimos a Ohad Naharin, uno de nuestros coreógrafos favoritos.
Ya sé qué es una chiquillada, que en todas las grandes ciudades sucede lo mismo, pero me gustaron mucho las obras de arte urbano que vimos en la ciudad moderna.
El barrio viejo
La zona que más nos interesaba era Jaffa, el barrio más antiguo de la ciudad. Tel Aviv es una ciudad muy moderna, se estableció en 1906 en las cercanías de Jaffa, una ciudad portuaria que con la que terminó por fusionarse en un solo municipio en 1950.
Jaffa, cuyo nombre quizás derive del término hebreo yafa, bella, se remonta a la Edad del Bronce y durante el medioevo fue una ciudad muy codiciada por unos y otros al ser el puerto más cercano a Jerusalén.
Aunque fue escenario de batallas terribles y fue arrasada en más de una ocasión, como sucedió en 1799 durante el asedio de Napoleón, la ciudad siempre consiguió mantenerse como uno de los centros más prósperos de la región hasta que terminó fagocitada por Tel Aviv.
Poco más nos dio tiempo a ver en una jornada de viaje donde la lluvia nos obligó a buscar cada dos por tres algún lugar donde guarecernos, ya que además hacía bastante frío.
La ciudad debe ser mucho más interesante de lo que pudimos atisbar en aquella jornada aguada, al menos la menos desquiciada por el conflicto terrible que hay entre la población judía y la musulmana. Sin embargo, no podíamos dedicarle más tiempo porque al día siguiente tocaba marchar a Jerusalén.
Sin comentarios