Turquía 2: Éfeso
El segundo día del viaje a Turquía lo pasé en la antigua ciudad de Éfeso.
Tras pasar la noche en Bergama tocaba ir hasta Selçuk, la ciudad moderna desde la que se puede visitar los restos arqueológicos de la antigua Éfeso. Desde Bergama, el recorrido es algo pesado. Primero hay que coger el bus eshot 835 hasta Aliağa -una hora de camino- y ahí coger el tren de cercanías Izban hasta Selçuk, que obliga a realizar dos transbordos muy lentos. Así, aunque cogí el autobús a las 7, hasta el mediodía no llegué a Selçuk a pesar de que por carretera solo hay unos 150km entre los dos sitios.
Llegué a Selçuk, dejé la mochila en el sitio donde me alojaba y marché a ver el yacimiento. Aunque se puede ir andando, que se encuentra solo a 3 kilómetros de la ciudad, como tenía prisa, cogí un minibús, la típica furgoneta que en Asia se conoce como marshrutka. En Turquía se llaman dolmus.
Fundada por colonos jonios o quizás la amazona Esmirna, según la leyenda, Éfeso fue una de las ciudades griegas más antiguas y prósperas a este lado del Mediterráneo. Aquí nació Heráclito, el célebre filósofo griego al que se atribuye la metáfora que la vida es como en río que fluye, donde no se repite dos veces la misma situación.
El yacimiento arqueológico de la antigua ciudad de Éfeso se conserva muy bien. La visita no tiene pérdida. A lo largo de un camino se van disponiendo las estructuras. El recinto cuenta con dos entradas, una abajo, la principal, donde hay varias tiendas, y otra arriba, que creo que es por donde entran las visitas organizadas, aunque no estoy seguro. Yo entré por la de abajo, pero creo que es mejor empezar por arriba y así te dejas lo mejor para el final.
Al poco de entrar te encuentras con un teatro espectacular, que en su día podía acoger hasta 25.000 personas.
Un poco más adelante se encuentra la joya del lugar: la biblioteca de Celso, que durante la antigüedad fue la tercera en importancia después de la de Alejandría y la de Pérgamo. La fachada ha sido restaurada y la verdad es que es impresionante.
También me gustó mucho una iglesia de tiempos cristianos dedicada a la virgen María a la que se llega desviándote del camino principal por un sendero.
Esta era el ágora, donde transcurría la vida civil. Aquí tomaron los efesios la triste decisión de apoyar a los espantosos espartanos contra los atenienses en la guerra del Peloponeso.
Además, deben ser muy chulas unas casas que hay en una ladera para las que se necesita otra entrada, pero me dio pereza hacer la cola. En cualquier caso, en el sitio se encuentran varias estructuras más y la visita me gustó mucho a pesar de que éramos una montonera de turistas.
Poco antes de salir se encuentra el templo de Sebastoi, también denominado en su origen como templo de Domiciano, que se construyó hacia el año 80 para rendir culto a la dinastía Flavia.
A la salida, en vez de coger un bus o un taxi a mi siguiente destino como hacían los demás, decidí ir andando atajando por un sendero flanqueado por campos cultivados. Muy chulo y muy agradecido por la sombra.
Y así llegue hasta las ruinas del antiguo tempo de Artemisa, la diosa de la caza, antiquísima, que era la patrona de la ciudad.
De ahí marché al museo, donde hay dos estatuas fantásticas de Artemisa.
Y del museo a la mezquita de isa Bey, del año 1375, una de la más antiguas de Turquía.
Me quedé sin ver la basílica de San Juan, que ya estaba cerrada cuando llegué.
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