La piedra de la locura
¿Se realizaban operaciones en la edad media para extraer la piedra la locura?

Guido da Vigevano (1280-1349) fue un médico e ingeniero italiano que, después de estudiar medicina en Bologna, se convirtió en médico real. Trabajó al servicio del emperador Heinrich VII hasta su muerte en 1313, luego para el rey de Francia Philippe VI hasta 1335 y, ya durante los últimos años de su vida, fue el médico personal de Jeanne de France, condesa de Borgogna.
En 1335 escribió un pequeño tratado para el rey Philippe VI, que planeaba una cruzada por Tierra Santa, en el que incluía recomendaciones médicas y consejos para construir maquinaria bélica, dos asuntos de gran importancia para la futura expedición (que nunca llegó a realizarse). El tratado lleva el sugerente título de Texaurus regis Francie aquisitionis terre sancte de ultra mare.
Entre los diseños de las máquinas, los más llamativos son dos especie de tanques medievales, uno de ellos impulsado por el viento.


Más interesante es un libro que escribió diez años después, en 1345, el Anathomia designata per figures. El libro incluía 24 láminas anatómicas, de las que sólo se conservan ocho. En la lámina XI se muestra a un médico realizando una trepanación (un agujero en el cerebro) por medio de un escalpelo y un martillo.

El hecho de que Guido da Vigevano muestre cómo realizar una trepanación me recuerda un asunto que hace tiempo me tiene intrigado. Como es sabido, uno de los cuadros de El Bosco en los que aborda la locura asociada con el pecado es La extracción de la piedra de la locura. La escena se muestra en un marco ovalado en el cual hay una leyenda que dice «Meester snyt die Keye ras, myne name is Lubbert Das», que significa «Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubbert Das» (nombre que recibía un personaje tonto de la literatura holandesa).

El cuadro se suele interpretar en clave alegórica. El necio, entendido como aquel que se desvía del justo camino de la fe, se pone en manos de charlatanes para curarse de su estupidez. El médico es otro loco, otro pecador, como denota el embudo que lleva por sombrero. El dinero que consiga con esta farsa, irá a la bolsa que cuelga de su cintura, que, en realidad, es una jarra de vino. Asisten a la operación dos miembros del clero secular, muy criticado en la época por las órdenes mendicantes, los cuales consideraban, con razón, que sólo se preocupaban de vivir bien y que hacía tiempo que se habían alejado de los preceptos de la Iglesia.
Lo que aún no he conseguido averiguar es si realmente se realizaban estas operaciones. Es decir, ¿existían estos médicos que iban de lugar de lugar extrayendo “piedras de la locura”? En caso de ser cierto, ¿cuántas personas fueron “lobotomizadas” ante el menor signo de locura, rebeldía o mera extravagancia?
Para terminar este deslavazado apunte, más nota personal que otra cosa, señalar que la extracción de la piedra de la locura también fue abordada por otros pintores holandeses, pero no por eso podemos concluir que fuera una práctica de la época, pues quizás sólo estuvieran siguiendo la estela alegórica de El Bosco.



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