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La Torre de las minchiate

¿Qué significa esa pareja misteriosa que está huyendo de una torre en las minchiate florentinas?

La Torre de las minchiate

Entre otras cuestiones muy interesantes, el otro día Fausto me preguntaba si en el triunfo de la Torre de las minchiate se veía una bruja escapando del submundo. En los dos patrones iconográficos de las minchiate (IPT-1 y IPT-1.1), la representación es muy similar: un hombre y una mujer desnudos saliendo de una torre bajo una llamarada de fuego. Sin duda, es un dibujo intrigante. ¿Qué significa? ¿Quiénes son los dos personajes que huyen de la torre? ¿Qué simboliza el fuego?

El triunfo de la Torre de la baraja de minchiate Al Mondo, característica del patrón IPT-1 (izquierda) y de la baraja Etruria, característica del patrón IPT-1.1.

El triunfo de la Torre de la baraja de minchiate Al Mondo, característica del patrón IPT-1 (izquierda) y de la baraja Etruria, característica del patrón IPT-1.1.

En general, el triunfo de la Torre está relacionado con el Infierno y el castigo divino, tal y como se aprecia por los nombres que recibía en los siglos XV y XVI: el fuego, el rayo, la saeta, la casa del condenado, de Plutón, del Diablo, etcétera.

Sin embargo, en el caso de las minchiate resulta complicado entender a primera vista cómo se refleja este concepto en la representación iconográfica: ¿qué relación existe entre dos personas saliendo de una torre en llamas y el infierno?, ¿qué significa ese fuego?, ¿por qué están desnudos?

La expulsión del Paraíso de Masaccio.

La expulsión del Paraíso de Masaccio.

Para responder estas cuestiones es importante recordar que durante la Edad Media pensaban que existían dos grandes tipos de castigos infernales. Uno se conocía como «pena de sentido» y eran los tormentos físicos que aguardaban a los condenados para toda la eternidad, como arder en llamas y otras torturas espeluznantes.

El segundo tipo de castigo era la llamada «pena de daño» y consistía en la privación de la visión beatífica de Dios. Era un castigo espiritual, psíquico, aún más doloroso que el anterior (1).

Y, según el cristianismo, los primeros humanos en pecar y, por lo tanto, en ser merecedores de la pena de daño, fueron Adán y Eva. Así, por ejemplo, el obispo Miguel de Santander hacía la siguiente reflexión en 1804 en un manual para sacerdotes:

«Considera, alma mía, como habiendo traspasado nuestros primeros padres Adan y Eva el mandamiento del Señor, experimentaron inmediatamente el castigo de su transgresión, perdiendo la felicidad en que habían sido criados, y saliendo desterrados del paraíso tristes, confusos y llorosos a padecer en el cuerpo las enfermedades, dolores y trabajos, la esterilidad de la tierra, intemperie del aire, rebelión de las bestias y por último la muerte; y a sufrir en el alma la privación de los dones gratuitos, la vulneración de los dones naturales la exclusión del reino de los cielos, la esclavitud del demonio y la condenación a pena de daño y de sentido: un interno dolor de haber perdido su herencia, y agenciado su desgracia, faltándoles la paz con Dios por su desobediencia, la de sí mismos por la rebeldía de sus pasiones, y la de sus próximos por la contrariedad de opiniones, pareceres y dictámenes» (2).

¿Podría ser, entonces, que en este triunfo estuviera representada la expulsión de Adán y Eva del Paraíso?

Hay una obra pictórica muy importante que nos permite afianzar esta hipótesis: la expulsión que pintó Tommaso Cassai Masaccio en la iglesia florentina del Carmine en 1426, la cual conocía con toda seguridad el artista que diseñó las primeras minchiate, pues estas cartas nacieron en Florencia.

Y la representación de las minchiate se parece mucho al fresco de Masaccio. La mayor diferencia es el ángel, que en las cartas se sustituyó por el fuego, símbolo por excelencia del castigo divino.

La expulsión del Paraíso en un manuscrito medieval (14th C. French. MS. Douce 211)

La expulsión del Paraíso en un manuscrito medieval (14th C. French. MS. Douce 211)

Notas

1. Ver, por ejemplo, el capítulo «De la ejecución de Ia sentencia y consideración de las penas del infierno» de la Summa de doctrina christiana de Alonso Martinez de Laguna (1555).

O el siguiente pasaje del Triángulo de las tres virtudes teológicas, fe, esperanza y caridad […] del canónigo de Toledo Pedro Sánchez Racionero (1595):

«Tienen las ánimas del purgatorio dos maneras de penas muy graves, con las que castiga la divina justicia, la una se llama pena de daño y la otra pena de sentido. La pena de daño es la carencia de la divina visión que los lastima mucho y la pena de sentido es la pena del fuego, y cualquiera de ellas es mucho más grave qué toda la pena que se puede padecer en esta vida como dice san Agustín y el Maestro de las Sentencias».

2. Miguel de Santander. Ejercicios espirituales para los sacerdotes. Madrid, 1804.

 

* Publicado el 12 de febrero de 2012.

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