Una charla cosmogónica
¿Existe un dios por encima del dios que mueve las piezas?
En la web del Cosmógogo, aka Santiago Jubany, se ha entablado una conversación muy interesante, en la que, entre otros, intervinieron dos autores que sigo habitualmente por Internet, Jan y el propio Santiago. La reproduzco aquí con una apostilla modesta.
El artículo
El post o artículo de Santiago es el siguiente:
«Notifico a todos los comprometidos y comprometidas, que esta semana no he podido dar satisfacción a mis compromisos, porque estaba embarcado en un Simposio Internacional sobre El movimiento gnóstico en el marco del Cristianismo antiguo. Este hecho (que me ha permitido confraternizar con los mejores expertos mundiales sobre la materia), añadido a unas recensiones sobre el Códice Beza de san Lucas, me han tenido muy ocupado. Me disculpo humildemente y empeño mi palabra en que, desde mañana mismo, pondré al día este cuaderno (que es el suyo), en el orden privado y en el público. Pero es que, créanme, voy fundido. Espero de mi capacidad el poder desfundirme ipso facto y cumplir con mis deberes. Me lo exijo desde ya mismo, cuando aún ando saturado de tanto Nag Hammadi: confieso que es muy gustoso, pero obliga mucho. Gracias por su paciencia».
La conversación
La conversación (apasionante) que siguió al artículo es la siguiente:
Marcos: Por la nota de prensa, parece que ha sido apasionante. ¿Colgarán las ponencias en Internet?
Saludos!
Santiago: Ha sido apasionante y muy, muy intenso. Si no las cuelgan ellos, o si tardan mucho, las colgaré yo. Qué menos, amigo mío! Un abrazo!
Marcos: Fenómeno, muchas gracias : )
Jan: Horror !, me entero del evento cuando es demasiado tarde. Sin duda me hubiera acercado a alguna ponencia.
He leído algunas cosas sobre los gnósticos y me despierta gran interés. Algo de ello he tratado en mi blog (También cosas sobre alquimia). Hace un tiempo publiqué un fragmento del clásico de Hans Jonas “La religión Gnóstica”, con la traducción al castellano de la versión que hizo este autor del Himno de la perla del apócrifo de Tomás, un importante texto gnóstico, junto a su interprtación simbólica. Para quien no lo conozca y esté interesado lo encontrará aquí:
http://barzaj-jan.blogspot.com/2011/03/simbolismo-gnostico.html
Hasta entonces era inédito en la red.
Un placer Santiago encontrar este sitio.
Santiago: Estimado Jan, estas cosas, por alguna razón mal estudiada por la ciencia, suelen suceder. ¿Por qué nos enteramos siempre de las cosas a misses dites? Con ocasión de este Simposio, me he enterado de que aquí mismo están impartiendo un Master de tres años en “Gnosis y Cábala“, que concluye el próximo mes de Junio y aunque los profesores son nativos, están inmensamente capacitados. No es justo, pero es lo que hay, y es molestísimo.
Precisamente, durante el Simposio estuve conversando con el Dr. Aranda, venerable anciano y sabio biblista de Navarra, sobre el Canto de la Perla y sus relaciones con el exodos, el parodos, la anamnesis platónica y demás jugos que se pueden extraer de este sugestivo texto, que recomiendo a todos los interesados y que pueden encontrar en el link que amablemente has colgado.
(No obstante, el Canto de la Perla no era inédito en la red: lo publiqué yo mismo en una página anterior a la actual, llamada Philoso-phorum y que estaba dedicada a la Tradición Perenne. La traducción era de Charles d’Hooghvorst -en el cielo esté-, y publicada en papel circa 1985 en la revista La Puerta).
Con afecto, tuyo.
Jan: Estimado Santiago,
Muy amable por tu rápida respuesta y la información sobre ese Master y demás cosas que comentas.
En efecto, versiones del Himno o Canto de la Perla se pueden encontrar distintas en la red y ya desde hace bastante tiempo. Me refería a que era inédita esa versión en concreto, con la peculiaridad de que no aparece con su habitual división métrica, sino en prosa narrativa. Se encuentra en la obra traducida al castellano de Hans Jonas editada por Siruela basada principálmente en el texto siríaco que se cree anterior al otro griego que se conserva. (Según nota de esa edición)
Siento no haberlo aclarado en su momento
Un cordial saludo y muchas gracias por tu atención.
Jan
Metodio: Yo tengo un evento similar (un curso sobre Nag Hammadi) el mes que viene pero no son temas de mi agrado, precisamente. No puedo evitar posicionarme del lado del gran Ireneo.
Debo disentir en que estas materias estén poco y mal estudiadas. Hay estudios muy buenos y muy serios. Me viene a la cabeza la tesis de F. Bejarano sobre el gnosticismo valentiniano, por citar sólo un ejemplo.
Santiago: Mi estimado Metodio, no me has entendido: lo que está mal estudiado por la ciencia es el fenómeno por el cual nos enteramos de las cosas cuando las cosas ya han acontecido. Sobre la Gnosis y el Gnosticismo, sabemos algo más.
No conozco la tesis de Bejarano, pero me harías gran honor si me la haces llegar por correo, toda vez que la de Valentín es la escuela más solvente -a mi juicio- de las que poblaron los siglos II y III.
No obstante, creo estar en condiciones de afirmar que los mejores estudios sobre el asunto, son los del insigne padre jesuita Antonio Orbe, factor de la enorme revista “Estudios valentinianos”, genio de la Patrística y tan gran conocedor de la obra de Ireneo, que le dedicó dedicó varios artículos y volúmenes -que a buen seguro conocerás-, publicados en la BAC (entre ellos, una pentalogía, creo recordar).
En cualquier caso, yo me declaro Origenista (corregido de todo subordinacionismo) y Filoniano, por lo cual estos eventos (por tangenciales) mueven mucho mi interés y redundan en un mejor conocimiento del lugar, el momento y la circunstancia. Un saludo
Ateneo: Veo que entre sabios anda el juego
Damos por buena la “tardanza” al ver que sus ocupaciones eran de gran altura, como era de esperar, aunque nos consta que ya ha comenzado a ritmo adecuado e inspirado. Esperaremos las ponencias mientras tanto, piando cual ave en busca de su sustento.
Santiago: En efecto, mi querido Ateneo: he empezado a dar salida a varios de los asuntos que declaré en “Deberes”. Y en ello estamos. Con la celeridad que me caracteriza, que tú conoces tan bien!
Ateneo: Lo imaginaba, pero en este caso y en lo que me afecta, puede usted contar con mi permiso para cambiar su celeridad caracteristica por otra mas rapida pero igual de inspirada. Cuand pueda hablemos porque le adelanté en un correo cosas insospechadas y nada de volatiles que espero poder piar con usted en ese lenguaje que tanto nos gusta y agrada.
Marcos: A mí los valentinianos me parecen muy divertidos. Me recuerdan ese poema de Borges que termina así:
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
Por otro lado, debo reconocer que cuantos más trato de entender sus creencias, menos las comprendo : )
Ateneo: Déjeme apuntar en relación al acertado poema de Borges que ya se realizaron varios experimentos por Bidl en los Estados Unidos donde se pudo constatar que antes de la actuación, de la conducta, el cerebro se activaba durante tres cuartos de segundo con la intención, y otros tres cuartos de segundo antes de la intención se formulaba o activaba el pensamiento, es decir, tenemos la intención, fruto del pensamiento que pruduce la elección de si realizamos o no la conducta.
Lo sorprendente fue que pudieron medir con meridiana claridad que antes de esa intención y de ese pensamiento un área del cerebro se activaba sin saber bien qué era. Esto ocurrió en todas las pruebas que se hicieron. Asi apunto como debate lo siguiente:
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?
Saludos.
Felicidad: Si me lo permitís, creo que ambos os estáis dejando atrapar por un enfoque excesivamente causalista y de ahí es difícil salir y, por tanto, entender lo que buenamente podemos esa “trama”.
Un saludo
Ateneo: Te lo permito felizmente pero si lees bien mis palabras no hablo de causalidades sino más bien de unicidad.
Felicidad: Pues gracias por permitirme felizmente , pero creo que hablas de unicidad en términos de causalidad, jejeje
Ateneo: Como quieras
Santiago: ¡Por Júpiter Víctor! Hasta ahora no percibo lo acertado que estuve al titular este post con el título “sabios…”. ¡Me saco la boina ante estos indicios de hiperlucidez -que tampoco me extrañan viniendo de quien vienen- y si hallo un agujero por donde colarme, yo mismo terciaré en tan amable debate!
Ateneo: Vaaaale, he captado la sutileza de su mensaje y me habia dado cuenta, tomando inmediatamente las medidas oportunas para corregir esa intromisión de una parte de mi que aún quiere su trono
Gracias¡¡
Santiago: Pero hombre de Dios, como canciller de la Mesa Pentagonal que sois, ¿queréis aún trono más distinguido o por algún inusitado escrúpulo lo dejaréis vacante por modestia? Hablad, mi amigo y satisfaced a vuestros circunstantes, como hacemos todos!!
Ateneo: El trono a recuperar no era por mi sino por cierta parte incrustada que a pesar de los lavados y sublimaciones aún mantiene algo de fuerza por ahí dentro y que creo se ha dejado ver anteriormente. En ese sentido capté su mensaje. Lo de canciller lo ignoraba pero que no recuerdo haber recibido tal honor y mucho menos el nombramiento formal
Felicidad: …la insatisfacción me consume, Ateneo.. me tienes cual Penélope hilando y deshilando mientras cuido de que no te usurpen el trono, triste destino me espera si no lo remedias.
Ateneo: Gran destino para quien deshila por la noche lo hilado durante el dia. Su premio es ni mas ni menos que un héroe.
Felicidad: yo no quiero héroes, sino un hombre cuyos brazos sean flexibles ramas que me abracen y sus piernas fuertes raíces en las que entrelazar las mías .Vamos,amigo mío, quiero un hombre que me caliente la cama y eso sólo lo saber hacer mi Ulises adorado que, por otra parte, poco sabe de puntualidad.
Marcos: Bueno, la conversación parece cada vez más críptica, pero no me resisto a recordar un poema de Ritsos sobre la espera de Penélope :p
No era que lo le hubiera conocido a la luz del hogar, no eran sus
andrajos de mendigo, su transfiguración –no, había claros indicios:
la cicatriz de su rodilla, su robustez, la astucia de su mirada. Asustada,
apoyando la espalda en la pared, buscaba una excusa,
una prórroga de un poco de tiempo, para no contestar
para no traicionarse. ¿Por él había gastado veinte
años, veinte años de espera y de sueños, por este desdichado,
salpicado de sangre, de barba ya blanca? Se echó sin habla
en una silla, miró lentamente a los pretendientes muertos en el suelo, como si mirase
muertos sus propios deseos. Y: «bienvenido», le dijo,
escuchando extraña, lejana, su propia voz. En el rincón, su telar
llenaba el techo de zigzagueantes sombras, y todos los pájaros
que había tejido con brillantes hilos rojos en un follaje verde,
de repente, esta noche del regreso, se volvieron de color ceniza y
negro, volando por el cielo llano de su última espera.
(Yannis Ritssos. Antología. Plaza y Janés, Barcelona 1979.
Versión de Dimitri Papageorgiou).
Santiago: Ahí te han dado, Ateneo! En este brete te quería ver yo!!
P.S.// Marcos, tienes razón: incluso los valentinianos eran menos crípticos (muy bien hallado, por cierto, el poema de Yannis)
Felicidad: Un precioso poema Marcos. Cierto es que rara vez lo que esperamos , cuando por fin llega, colme nuestras expectativas. Es más, cuantísimas cosas habremos ido dejando en el camino sin ni siquiera apreciarlas por ese motivo.Pero no tengo tan claro que lo que hiciese Penélope fuese esperar.Quizá estuvo caminando hasta encontrarse con Ulises por rutas imaginarias tejidas en esa tela de la que no se desprendía. Bien es verdad que no le reconoció hasta que hablaron de su lecho . D
Felicidad: …quizá entonces no se vieron más que uno en los ojos del otro y, puesto que la mirada es lo único que no envejece, se amaron como siempre, como la primera vez y como la última. Copio de José Martí, este trocito de su poema titulado “Copa con Alas”:
…Tu cabeza de negra cabellera
¿te acuerdas? con mi mano requería,
porque de mi tus labios generosos
no se apartaran. Blanda como el beso
que a tí me transfundía era la suave
atmósfera en redor.¡La vida entera
que a mí abrazándote abrazaba!.
Perdí el mundo de vista y sus ruidos
y su envidiosa y bárbara batalla.
(…)
Oh amor, oh inmenso, oh acabado artista,
en rueda o riel funde el herrero
una flor o mujer o águila o ángel,
en oro o plata el joyador cincela.
¡Tú sólo, sólo tú sabes el modo
de reducir el universo a un beso.
Marcos: Hola amigos,
Sí, Felicidad, como sabes, Penélope hizo más cosas aparte de esperar. Había versiones que contaban que se acostó con todos y cada uno de los pretendientes, y otra decía que con Hermes. Según estas versiones, Penélope se quedó embarazada y dio luz al dios Pan.
Bueno, a mí me parece más interesante esta otra historia, pues que la pobre se pase 20 años sin hacer otra cosa que aguardar la llegada de Odiseo es un poco triste, ¿no?
Felicidad: No me tientes que si seguimos por ahí llegamos a los Diálogos amenos del Aretino.Santiago! ya no vamos a necesitar que tercies.
Y de momento no se ha comentado nada más.
Apostilla modesta
En la conversación salieron muchos temas muy interesantes, cuya profundización demandaría un tiempo del que ahora no dispongo, pero no me resisto a explicar algo sobre los valentinianos que dieron pie a la charla amistosa.
Los versos que mencionaba de Borges recuerdan la doctrina de una antigua secta gnóstica muy interesante, los valentinianos, quienes sostenían que Dios es un ingenuo pensando que era Dios, pues por encima de él había fuerzas mucho más poderosas. Voy a tratar de explicar esto, aunque debo reconocer que me resulta muy complicado comprender los fundamentos de su doctrina.
1. Los valentinianos
Según Ireneo de Lyon, los valentinianos —una corriente religiosa del siglo II (aproximadamente)— pensaban que lo primero fue un eón perfecto, masculino, sin principio, inabarcable e incomprensible al que llamaban Pre-Principio, Pre-Padre y Abismo. Me cuesta entender qué es exactamente un eón, pero parece que no debemos pensar en un dios como los grecolatinos o el bíblico, sino en algo más trascendente aún, una especie de fuerza divina que está más allá de todo lo imaginable, un dios de dioses.
Junto con Abismo vivía otro eón que denominan Pensamiento, Gracia y Silencio, que era de naturaleza femenina. Estos dos eones vivieron siglos infinitos en magna paz y soledad.
De pronto, por una razón que no se explica, el Abismo pensó emitir de su interior otro eón que fuera el principio de todas las cosas. El concepto de «emanación» también forma parte del vocabulario gnóstico y creo que era algo similar a las sefirot de la cábala. Para entenderlo podemos pensar en el resplandor que rodea el fuego de una vela. Es un algo que sale irradiado, emitido, del eón y adquiere su propia entidad, aunque está ligado a su fuente de origen (la llama de la vela). La idea es similar al concepto de la santísima trinidad cristiana: tres entidades separadas –Dios, Cristo y el Espíritu Santo– que son la misma. Bueno, el caso es que Abismo depositó la emisión que pensaba emitir en Pensamiento, el otro eón que vivía con él, y ésta parió a Intelecto (Noûs), también llamado Unigénito, Padre y Principio de todas las cosas. Además, junto con él fue emitida Verdad.
Estos cuatro eones ―Abismo, Pensamiento, Intelecto y Verdad―forman la llamada Tétrada pitagórica, la Raíz del universo.
Intelecto o Unigénito comprende que la razón de su existencia es ser el padre de todos los seres que existirán después de él y emite a su vez otros dos eones: Logos y Vida, de cuya unión saldrán dos más: Hombre e Iglesia. Estos cuatro eones con los cuatro de antes forman la llamada Ogdóada primigenia, raíz y subsistencia de todas las cosas. Pero antes de seguir conociendo más eones vamos a detenernos para hablar de sexo.
Hay eones masculinos y femeninos, pero cada uno solo es una parte de un par mayor que aúna ambas naturalezas. Al igual que el agua no existe sin la humedad, ni el fuego sin el calor, ni la piedra sin la dureza, los eones se agrupan en pares complementarios de naturaleza andrógina, es decir, que reúne los dos sexos. Así, Abismo forma una «conyugio», una unión (sicigía), con Pensamiento, que más bien sería la «Pensamienta»; Intelecto con la Verdad; Logos con Vida y Hombre con Iglesia. Volvamos ahora con este lío de emisiones.
Después de emitir a Hombre e Iglesia, Logos y Vida emitieron otros diez eones: Profundo y Mezcla, Inmarcesible y Unión, Genuino y Placer, Inmóvil y Comunión, Unigénito y Beatitud. En su conjunto forman la Década.
A su vez, Hombre e Iglesia emitieron doce eones más: Paráclito y Fe, Paternal y Esperanza, Maternal y Caridad, Intelecto Perdurable y Entendimiento, Eclesial y Beatitud, Deseado y Sabiduría. Y todos juntos se denominan la Dodécada.
Esto es un poco confuso, pero lo único importante es comprender que estos treinta eones ―los ocho de la Ogdóada, los diez de la Década y los doce de la Dodécada― forman una unidad inicial, un conjunto de fuerzas o entidades más trascendentes que Dios, el cual recibe el nombre de Pleroma.
2. El aborto de Sabiduría
De los treinta eones que forman la Pleroma, solo el eón Unigénito era capaz de comprender y contemplar la magnitud inconmensurable del primer eón, el Abismo o Pre-padre, lo cual es lógico pues había sido engendrado por él. Unigénito quería comunicar a los demás eones la grandeza de Abismo, pero le retuvo su “madre” Pensamiento-Silencio, lo cual puede interpretarse según las premisas que vimos antes: con el pensamiento no podemos comprender la naturaleza del Abismo-Pre padre, sino solo la parte de él reflejada en su “hijo” Unigénito.
Sin embargo, Sabiduría ―el último de los eones en haber sido creado, el más perfecto― deseaba conocer al Pre-padre, y como era una empresa imposible, parió sin haberse unido a ningún eón una substancia amorfa, una especie de aborto o menstruación, y se desgarró del Pleroma.
Fuera de la unidad del Pleroma, el destino de la pobre Sabiduría habría sido disolverse absorbida en la «substancia universal», pero en su ayuda vino una fuerza denominada Límite, la cual no se explica de dónde proviene. Gracias al Límite, Sabiduría consiguió reintegrarse en el Pleroma, pero su aborto dio lugar al cosmos material, donde habitamos los seres humanos y cuanta criatura hay en el universo, incluido Dios.
Llegados a este punto, tal vez el lector se esté preguntando si los valentinianos desayunaban alucinógenos, pues la verdad es que esta concepción sobre el origen del universo resulta muy extraña, pero quizás podamos comprenderla mejor si atendemos a una cuestión que mi madre solía plantearnos a mi hermano Uri y a mí cuando provocábamos algún desastre doméstico: ¿cómo hemos llegado a esta situación?
3. El mundo de las ideas
En 1999 se estrenó Matrix, una película muy entretenida de ciencia ficción, en la cual se describe un mundo futuro dominado por unos robots malvadísimos. Los robots se alimentan de seres humanos y para criarlos tranquilamente los mantienen dormidos en una especie de cápsulas. Todos los humanos comparten un mismo sueño, programado por los robots, que es la realidad tal y como la conocemos. Un día, a uno de los humanos le ofrecen una pastilla que le permite despertar y darse cuenta de la verdadera realidad. Ahora la misión de ese humano será despertar a todos los demás de la falsa realidad en la que viven. El argumento parece inspirado en una de las alegorías más célebres de la historia de la filosofía: el mito de la caverna de Platón.
Para comprender esta teoría, aunque sea por encima, podemos pensar en los coches aparcados en una acera. Unos son verdes, otros rojos, alguno es plateado; unos tienen cuatro puertas, otros dos; los hay que funcionan con gasolina y los que corren con diesel; los hay nuevos, viejos, abollados, recién pintados, familiares, deportivos… En suma, cada coche es distinto, pero todos comparten el ser coches, es decir, la «cochez», la cual está por encima del color, el motor o el kilometraje concretos de cada uno. La cochez sería, por lo tanto, una especie de coche perfecto, un modelo o patrón paradigmático, que reúne todas las cualidades o características que debe tener un coche para ser un coche en vez de un diplodocus o un café con leche.
Este ejemplo puede trasladarse a cualquier otro caso que se nos ocurra. Así, según Platón, existe un paradigma de los actos piadosos, de los valientes, de los bondadosos, etcétera. Esos modelos de las cosas en sí es lo que denominó las «ideas» de las cosas: patrones supraindivudales abstractos que reúnen de forma perfecta todas las peculiaridades necesarias para que algo sea lo que es.
Además, Platón distinguió dos maneras de investigar y conocer la realidad. Una es mediante los sentidos y la opinión (dóxa), mediante la cual podemos conocer la realidad sensible, las cosas concretas, como cada uno de los coches que está aparcado en la acera; pero si queremos saber la realidad intelectual, es decir, qué es la cochez, la idea de coche, entonces debemos seguir métodos basados en la inteligencia (noûs), como las matemáticas o la dialéctica. Esto se entiende bien si pensamos en los cuadrados. Mediante la observación con los sentidos podemos observar muchos cuadrados particulares, como el que forma la pantalla de un monitor de ordenador, pero para entender la cuadradez, la idea de cuadrado, hay que usar la inteligencia y acudir a las matemáticas, con las cuales descubriremos que es una figura geométrica que tiene sus cuatro lados iguales y además sus cuatro ángulos son iguales y rectos.
Para explicar esta teoría, Platón recurrió a la metáfora de una caverna donde unas personas encadenadas solo veían la sombra que arrojaban sobre una pared una serie de objetos. Los prisioneros pensaban que esas sombras eran la realidad, pero solo eran el reflejo ensombrecido de los objetos reales, de la misma manera que los coches que hay en la acera son solo el reflejo de la cochez. Observando esos coches, solo conoceremos la sombra de la cochez, pero si queremos conocer la idea de coche hay que recurrir a la dialéctica y las matemáticas y despreocuparse de esos coches en particular que están aparcados en la acera. Platón lo explicaba de forma mucho más hermosa en un texto que otro día reproduciré íntegro.
Como explica Conrado Eggers Lan, «es asunto de discusión si Platón situó a estos dos tipos de objetos [los coches y la cochez] en mundos distintos, los opinables en éste y los inteligibles en el más allá. Platón mismo nunca habla de dos mundos distintos al referirse a ambos tipos de objetos», sin embargo, con el tiempo, muchas corrientes filosóficas y religiosas defendieron que ambas realidades existían y lo hacían de forma separada. Es decir, que, más allá del mundo material, el de los coches, existía el mundo de las ideas, el de la cochez. Así, dicho en argot filosófico, lo que era un problema de cómo se conoce la realidad, es decir, epistemológico, pasó a ser un problema de qué es la realidad, es decir, ontológico.
En cierta manera, los valentinianos derivan de este planteamiento. Dios, los seres humanos, el mundo material, es la manifestación concreta de ideas trascendentes más elevadas: la deidad (el Pre-padre), la humanidad y el pleroma.
Bueno, todo esto es mucho más complejo, pero de momento vamos a dejarlo aquí.
(Publicado el 18 de mayo de 2011)
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