Villard de Honnecourt
El laberinto del manual de arquitectura de Villard de Honnecourt
En el folio 7 v (lámina 14) del cuaderno de Villard de Honnecourt hay dibujado un laberinto con una planta similar a la de Chartres. Está rodeado de animales (un perro, un cangrejo, un gato, una mosca, una libélula y un saltamontes) y no cuenta con texto alguno que lo acompañe.
Este cuaderno es muy interesante y ha sido una verdadera fortuna que se haya conservado hasta nuestros días. En gran parte fue realizado por Villard de Honnecourt, un masón, es decir un arquitecto o maestro de obras, que vivió durante la primera mitad del siglo XIII. Fue entonces cuando en Francia se levantaron las grandes catedrales góticas, como Chartres, Reims o Amiens.
Uno de los atractivos del cuaderno de Honnecourt es que nos desvela algunas técnicas de aquellos antiguos arquitectos, que guardaban con sumo cuidado los secretos de su oficio. Como explica Daniel Tubau en su fascinante ensayo La verdadera historia de las sociedades secretas:
«Entre 1050 y 1350 se construyeron en Francia ochenta catedrales, quinientas iglesias y muchas más parroquias. Lo mismo sucedió con el resto de Europa, dominada por entonces por una fiebre constructora que todavía nos asombra.
»Las técnicas que permitían levantar tales moles era uno de los secretos más preciados. Como explica el moderno masón Sntiago Río, la construcción de una catedral podía durar varias generaciones, por lo que quienes tenían el conocimiento necesario disfrutaban de grandes privilegios, eran tratados con especial respeto y se intentaba que no abandonasen el proyecto a medio terminar.
»Los masones medievales, especialmente los constructores de catedrales, como podemos ver en el best seller de Ken Follet Los pilares de la tierra, viajaban de un lugar a otro. Eran los trabajadores más cosmopolitas de su época, y aprendían en cada lugar nuevas técnicas, que intentaban mantener en secreto para no perder su prestigio y posición».
Gracias al cuaderno de Honnecourt, una obra muy interesante aunque solo sea por la calidad de los dibujos, podemos intuir alguna de esas técnicas constructivas tan bien guardadas, ya que consiste en una especie de libreta en la que nuestro masón apuntaba algunas de las técnicas que iba aprendiendo. Como decía el propio Honnecourt al principio del cuaderno:
«Aquí encontraréis las actitudes de los doce apóstoles sentados. Villard de Honnecourt os saluda y ruega a todos que vayan a utilizar los ingenios recogidos en este libro, que recen por su alma y lo recuerden. Pues en este libro encontraréis gran ayuda en la albañilería y en las máquinas de carpintería, lo mismo que en el retrato, los dibujos, tal como el arte de la Geometría lo manda y enseña».
Lo interesante del laberinto, más que los animales, probablemente fruto de la necesidad de aprovechar cada espacio del preciado pergamino, es que nos constata el éxito que había conseguido el modelo de Chartres. En vez de los diseños octogonales o rectangulares, era el circular con la cruz inscrita de esta catedral el que figuraba en el cuaderno de viaje de Villard. Es decir, ya por entonces era el que les resultaba más llamativo (incluso más que otros modelos en los que aparecían representados los masones, como los laberintos de Amiens o Reims).
En papel, se puede encontrar una edición facsímil en español publicada por la editorial Akal.
On line, os recomiendo que consultéis la web de la Biblioteca Nacional Francesa: Le carnet de Villard de Honnecourt
Publicado en La Casa de Asterión (02-24-2009)
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