Cosmogonías egipcias
En el antiguo Egipto se elaboraron distintas cosmogonías.
Esta entrada está dedicada a mi sobrino Víctor, que ya anda trasteando con estos temas.
A lo largo de su extensa historia de 3.000 años, fue variando la manera en que los egipcios pensaban que se había originado el universo. Cuando un nuevo centro religioso cobraba importancia, se reformulaban algunos pasajes básicos para incorporar a los dioses locales, es decir a aquellos cuyos templos principales se encontraban en ese centro.
1. Cosmogonía heliopolitana
El relato más antiguo proviene de Hielópolis, que en egipcio se denominaba Iunu (pilar), una ciudad que tuvo mucha importancia política y religiosa hasta el primer milenio a. C., que comenzó un lento declive hasta que prácticamente quedó despoblada tras la fundación de Alejandría durante el Helenismo. En Heliópolis, también conocida como Per-Ra (ciudad de Ra) se rendía sobre todo culto a divinidades solares y había un templo muy importante dedicado a Ra, lo cual se reflejará en su versión de la cosmogonía.
Contamos con tres fuentes principales para reconstruir cómo era:
1. El papiro de Bremmer-Rhind. Está escrito en egipcio clásico y escritura hierática. Consta de 4 secciones y en una de ellas -el libro de la destrucción de Apep- hay dos monólogos de Ra en los que se describe la creación del mundo. En 1937, Raymond Oliver Faulkner lo tradujo al inglés y existe una traducción al español de Francisco López en la web Amigos del antiguo Egipto, que es de donde provienen las citas.
2. Los textos de las pirámides. Se conocen con este nombre a un conjunto de textos que se escribieron en distintas pirámides desde la dinastía V (c. 2375 a. C.) a principios de la VII aproximadamente. No siguen un hilo argumental único, secuencial, sino que agrupan oraciones, relatos breves, y diversas fórmulas religiosas relacionadas con el universo, los dioses, la vida y la muerte. Francisco López Estévez y Rosa Thode Mayoral han publicado una traducción precedida de un estudio muy detallado en la web egiptología.org basada en la obra de Raymond Otto Faulkner The Ancient Egyptian Pyramid Texts (Oxford. University Press, 1969). La web está un poco rota, pero se puede descargar un pdf completo.
3. Distintas representaciones gráficas que permiten reconstruir el concepto religioso que las sustenta.
Había diversas variantes del mito, que en esencia vendría a contar lo siguiente. Al principio había un gran océano primigenio llamado Nun (nw(n)/nw). Es un océano de caos, de no existencia, del que surge un montículo llamado Benben, la montaña primordial. Este montículo, el primer trozo de tierra sólida del universo, estaba relacionado con las pirámides y los obeliscos y debía de estar representado en Heliópolis por una piedra sagrada de forma piramidal que no ha llegado a nuestros días.
O bien del Nun o bien del Benben, depende de la versión, surge el dios Atum, que más adelante se fundió con Ra para formar el dios Ra-Atum. En una versión de los Textos de las Pirámides la aparición de Ra estaba relacionada con un ave llamada Bennu, identificada por los griegos con el ave Fénix, que se ocupó de cuidar un huevo del que saldría el dios Sol.
«(1652) Oh, Atum-Jepri, tú llegaste a ser alto en la altura, te elevase como la piedra benben en la mansión del “Fénix” [Bennu] en On, escupiste a Shu, expectoraste a Tefnut (1653) y pusiste tus brazos alrededor de ellos como los brazos de un símbolo del ka, para que tu esencia pudiese estar con ellos».
Declaración 600, plegaria para el Rey y su pirámide.
No sé muy bien cómo nace Autum, que parece haberse creado a sí mismo, pero sí parece claro que a partir de esta deidad primordial comenzó a surgir todo lo que existe.
«Cuando vine a la existencia, “el Ser” vino a la existencia y todos los seres vinieron a la existencia después de que yo viniera a la existencia; numerosos fueron los seres que surgieron de mi boca antes de que el cielo hubiera venido a la existencia, antes de que la Tierra hubiera venido a la existencia, antes de que la tierra y los reptiles hubiesen sido creados en este lugar […].
»Yo concebí con mi propio corazón y allí vinieron a la existencia multitud de formas de criaturas vivas, a saber, las formas de los hijos y las formas de sus hijos».
Papiro de Bremmer-Rhind.
Autum se masturbó y escupió a Shu -dios del aire y la luz- y expectoró a Tefnut, diosa del agua, de la humedad.
«Realmente yo me excite con mi mano, copulé con mi mano, escupí con mi propia boca; escupí a Shu, expectoré a Tefnut y mi padre Nun los educó, mi Ojo siguiéndoles desde los eones cuando estaban lejos de mí».
Papiro de Bremmer-Rhind.
Shu y Tefnut, a su vez, engendraron a otra pareja de dioses: el dios Geb, la Tierra, y la diosa Nut, el Cielo. Sin embargo, Atum no quería que estuvieran juntos, así que ordenó Shu, el dios del aire, que los separase interponiéndose entre ambos dioses.
Aún así, Geb y Nut consiguieron acostarse y tuvieron a Osiris, Horus, Seth, Isis y Neftis.
«Geb y Nut engendraron a Osiris, Horus [Mejentienirti], Seth, Isis y Neftis de su útero, uno tras otro, y ellos dieron origen a las multitudes que habitan esta tierra».
Papiro de Bremmer-Rhind.
En el papiro de Bremmer-Rhind no queda claro cómo consiguieron unirse. En un texto mucho más tardío, el mito de Isis y Osiris de Plutarco, se relaciona su encuentro con el dios Thot y los días epagómenos, que eran unos días que se añadían para cuadrar el año civil egipcio, el cual estaba dividido en 12 meses de 30 días cada uno:
«Geb, la tierra, y Nut, el cielo, estaban separados por su padre Shu, el aire. Y esto ocurre durante 360 días. Gracias a un juego, el dios Thot, consigue ganar cinco días, durante los cuales Geb y Nut logran unirse, engendrar y dar a luz cuatro hijos: Osiris, Seth, Isis y Neftis, que nacieron por este mismo orden».
El conjunto de divinidades protagonistas de este mito -Autum, Shu, Tefnut, Geb, Nut, Osiris, Horus, Seth, Isis y Neftis forman la llamada eneada heliopolitana.
2. Cosmogonía menfita
En Menfis, capital de Egipto durante el Reino Antiguo, desarrollaron su propia cosmogonía, en la cual el papel predominante no lo ejercía Autum, sino Ptah, la divinidad principal de la ciudad. Su nombre podría significar «el creador», «el modelador», y, entre otras funciones, era el dios de la artesanía, la escultura y la orfebrería.
La fuente más célebre para conocer la cosmogonía menfita es la piedra de Shabako, una piedra de granito, muy deteriorada, que en su día se encontraba en el tempo de Ptah en Menfis y hoy en día en el Museo Británico (EA 498). La piedra se talló en tiempos del rey Shabako (712 – 698 a.C.), de la XXV dinastía, pero es muy probable que el mito se retrotrajese al Reino Antiguo, cuando Menfis era una ciudad muy poderosa que servía de capital. También en este caso contamos con una traducción al español de Francisco López. Sin embargo, como explica José Lull, la más completa es un papiro que se encuentra en el museo Berlín que fue escrito en la época de Ramsés VI (p. Berlín 3048).
La diferencia respecto a otras cosmogonías, como vamos a ver, no se encuentra tanto en que cambien los protagonistas y las acciones, que también, sino en el tono del mito. En los otros relatos cosmogónicos la vida se va creando por la unión de las divinidades, incluso en el caso de Autum, que se une consigo mismo en la masturbación. Pero en este caso, el demiurgo se autogenera a sí mismo por el pensamiento y luego crea todas las cosas mediante la palabra y la acción intelectual, tal y como sucede en los textos mitológicos judeo-cristianos. Es decir, mientras que las otras cosmogonías son más parecidas a la griega clásica, con dioses y diosas arrejuntándose para dar ir dando lugar a cada cosa del universo; en esta tenemos una secuencia muy parecida al Génesis: un dios que se autogenera o existe desde siempre, la intención de crear el universo en su pensamiento y la creación mediante la palabra.
En la piedra de Shabako, la narración comienza explicando que el faraón hizo copiar en piedra este relato muy antiguo a partir de un papiro que se estaban comiendo los gusanos para que se preservase para siempre. Sigue explicando el conflicto de Horus y Seth y luego ya pasa a contar el papel de Ptah en la creación del universo. El dios nació por sí mismo. Era hombre y mujer, padre y madre, y engendró a Atum. Luego con el corazón y la lengua, esto es, con el pensamiento y la palabra, creo a los demás dioses.
«(48) Los dioses que vinieron a la existencia de Ptah.
»(49a) Ptah que está sobre el Gran Trono,… quien creó a los dioses
»(50a) Ptah-Nun,(50,1) el padre que [engendró] a Atum.
»(51a) Ptah-Naunet,(51,1) la madre que dio a luz a Atum.
»(52a) Ptah el Grande que es el corazón y la lengua de la Enéada.
»(49b) Ptah… de quien nacieron los dioses.
»(50b) [Ptah]… de quien nacieron los dioses […]
»(53) Allí tomó forma, en el corazón [de Ptah], y allí vino a la existencia, en la lengua [de Ptah], algo en la forma de Atum, porque Ptah es el Grande que infundió la vida a todos los dioses y a sus kas por medio del corazón en el que Horus tomó forma y por medio de la lengua en la que Thot tomó forma,… (54) como [una manifestación de Ptah]».
Piedra de Shabako.
Después de crear a los dioses, Ptha siguió creando todo el resto del universo, por lo que es el dios más importante de todo el panteón, una superioridad, supongo, que los sacerdotes menfitanos reivindicarían por lo tanto para su templo.
«Y de esta manera se dice de Ptah: “El que creó todo y dio la existencia a los dioses”. En verdad él es Ta-tenen, quien hizo nacer a los dioses y del que surgió toda existencia: la comida, las provisiones, las ofrendas divinas, y todas las cosas buenas y hermosas. Así se reconoció y comprendió que su poder es superior al de cualquier otro dios y de esta forma Ptah se sintió satisfecho después de crear todas estas existencias y cada una de las divinas palabras.
»Él hizo nacer a los dioses [de las ciudades], fundó las ciudades y los nomos, colocó a los dioses en sus (60) santuarios, estableció sus ofrendas, dio origen a sus capillas, y creó sus cuerpos de la forma en que sus corazones los desearon Y así fue como los dioses entraron en sus cuerpos, (en la forma) de todas las maderas, de todas las piedras, de todo el barro, y de todas las cosas que crecen sobre él (61) y en las que residen sus manifestaciones».
Piedra de Shabako.
Cosmogonía hermopolitana
En la ciudad de Hermópolis también elaboraron su propia cosmogonía. El relato está repartido en diversos pasajes del Libro de las Pirámides y el Libro de los Sarcófagos y atribuía el origen del universo a cuatro parejas de divinidades.
Aunque podían variar el nombre y la apariencia, esas cuatro parejas estaban representadas por ranas, los dioses, y serpientes, las diosas, y eran Nun y Nunet, Heh y Hehet, Kek y Keket, y Amón y Amonet. Este conjunto formaba la llamada ogóada hermopolitana y, como explica José Lull «estos dioses representan, en realidad, las características más notorias de las fuerzas del caos primigenio, pues Nun y Nunet simbolizan las aguas primordiales, Hehu y Hehet el espacio ilimitado, Kek y Keket la oscuridad y Amón y Amonet la invisibilidad y lo oculto».
Según una versión, estas cuatro parejas fueron los padres y madres de Ra. En Hermópolis surgió una isla en medio del océano primordial y en esta isla pusieron un huevo del que salió el Sol. Según otra versión, explica Rosa María Bustos, en aquella isla que había surgido de las aguas del océano primordial había un estanque cenagoso donde vivía la ogoada. Sobre el estanque flotaba un loto divino que fue fecundado por las cuatro parejas de dioses. De la flor surgió un niño resplandeciente que iluminó al mundo y creo todas las cosas y seres del Universo.
Cosmogonía tebana
Como indica su apelativo, la cosmogonía tebana se desarrolló en la ciudad de Tebas, capital de Egipto durante los Reinos Medio y Nuevo y tenía como protagonista al dios Amón, un nombre que significa «El oculto». Esta divinidad fue adquiriendo cada vez más importancia desde el Reino Medio y para el Nuevo era una de las populares. Estaba asociada a las dinastías faraónicas y representaba el aire que se encuentra en todos los lugares. Solía representarse con la piel negra o azul con una tiara de la que salían dos plumas de halcón. A veces también podía identificarse con un carnero con una o cuatro cabezas.
En esta cosmogonía se entremezclan las versionas más antiguas. Amón ocupó el papel de Ptah y se convirtió en el demiurgo que creó todo el universo. Se autogeneró en el océano primordial y luego dio lugar a la ogóada y siguió con la creación de todas las cosas. Cuando terminó, marchó al cielo y se convirtió en el Sol.
Consideraciones finales
Para concluir, tres reflexiones breves que espero poder desarrollar algún día.
La ausencia de un corpus oficial, como sucede con la Torah, la Biblia o el Corán, facilitó que surgieran distintas versiones, aunque en todas el origen se encuentra en el océano primordial. Esta idea seguramente estaba relacionada con el ciclo anual del Nilo, fuente de vida esencial en Egipto.
En general, parece que en todos los casos la pregunta que se pretende responder es el nacimiento del primer dios, el demiurgo que dará origen a todas las cosas, y no están preocupadas por detallar otras cuestiones, ni siquiera el origen del ser humano, como sí sucede en la Torah hebrea, los mitos griegos o los mitos sumerios. Dicho de otra forma, lo único importante son las divinidades.
Aunque la religión egipcia parece muy elástica y capaz de adaptarse con facilidad a las diferentes problemáticas que fueron surgiendo en sus tres mil años de historia, con dioses que se funden entre sí, se separan y se vuelven a unir según lo vaya requiriendo la situación; es probable que aquel maremágnum de cosmogonías debió de provocar discusiones teológicas entre los sacerdotes de los distintos templos. ¿Qué pensó el sacerdocio de la ciudad sagrada de Heliópolis, por ejemplo, cuando el sacerdocio de Tebas formuló una cosmogonía que dejaba totalmente de lado a sus dioses?
Bueno, de momento vamos a dejarlo aquí.
Referencias y algo de bibliografía
Bustos Ramos, Rosa. Los mitos cosmogónicos egipcios. Amigos de la Egiptología.
Castel Ronda, Elisa. La Cosmogonia y la Eneada Heliopolitana, en el Boletín de la Asociación Española de Egiptología, 4-5.
Castel Ronda, Elisa. Gran diccionario de mitología egipcia. Alderabán, 2013. Disponible una versión resumida online en Amigos del antiguo Egipto.
Das Candeias Sales, José. A criação do mundo no Genésis, na cosmogonia hermopolitana e na teologia menfita, en Hélade – dossiê Poder e religião no Egito antigo, Año 4, volumen 2, nº 1. Universidade Federal Fluminense, 2018.
López, Francisco. La creación por Ra y el Papiro Bremner-Rhind. Amigos del Antiguo Egipto.
López, Francisco. La Teología menfita y la Piedra de Shabako. Amigos del Antiguo Egipto.
López, Francisco; Thode, Rosa. Los textos de las pirámides. Egiptología.org.
Lull, José. La astronomía en el antiguo Egipto. Universitat de València, 2016. Ver fragmentos en Google Books.
Lull, José. Tiempo, Espacio y Pirámides en el Egipto antiguo. Sesión del seminario “Aproximación al concepto del tiempo, del espacio y al simbolismo y funcionalidad de las pirámides en las culturas egipcia y maya, 2014. Ver vídeo.
Pires Borges, Guilherme. Of Creator and Creation: Some Observations on the Cosmogonical Conceptions in the Stela of Suty and Hor (BM EA826), Papyrus Leiden I 350, and the Hymn to Ptah of the “Great Harris Papyrus”. En Trabajos de Egiptología 11. Isfet, 2020.
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