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Uzbekistán 1: Samarcanda

Primera etapa del viaje por Uzbekistán

Uzbekistán 1: Samarcanda

En septiembre de 2018, Alejandro Somoano y yo marchamos a un viaje de dos semanas por Uzbekistán y Kirguistán. Aunque es un poco tunda ver los dos países en tan poco tiempo, creo que está bien recorrerlos conjuntamente, ya que -para el turista- uno ofrece arte y arquitectura y el otro naturaleza, una combinación que funciona muy bien para no terminar saturado de nada, aunque es probable que el ritmo que llevábamos, con muchas horas de coche, pueda agobiar a quien prefiera el slow travel, en cuyo caso habría que dedicarle tres o cuatro semanas.

Primero fuimos a Uzbekistán, donde estuvimos en las tres ciudades históricas -Samarcanda, Bukhara y Khiva- y en el desierto de Corasmia; y la segunda semana estuvimos por Kirguistán, donde cruzamos por el sur, por Osh, para ir subiendo luego poco a poco.

En el momento del viaje, para Kirguistán no hacía falta visado, pero sí para Uzbekistán, y cuesta unos 50 euros creo recordar. En Madrid se puede sacar en la embajada y creo que hay una página web que también funciona. Para ninguno de los dos países es necesario vacunarse ni llevar pastis antimalaria, pero sí es recomendable fortasec o similar, tal y como descubrimos en Kirguistán, y pastillas potabilizadoras si te vas por los montes kirguizos. Y aparte de eso, de poco más hay que preocuparse. Los dos países son muy tranquilos, la gente es muy amable y basta con tener un mínimo de cuidado… vamos, el mismo que tendrías en cualquier ciudad europea.

Recorrido por Uzbekistán

Transoxiana y Sodgiana

Históricamente, toda esta región se conocía como la Transoxiana, nombre que le dieron los griegos al territorio que se extendía más allá del río Oxus, el actual Ama Daria, que hoy separa Uzbekistán de Turkmenistán. Los antiguos uzbekos fueron un pueblo nómada, turco mongol, de la estirpe chagatai, emparentados con las tribus mongolas de la Horda de Oro. Llegaron al territorio que hoy comprende Uzbekistán hacia el siglo XVI y fueron los últimos en llegar a esta zona fronteriza entre los turcos del oeste, los persas del sur y los mongoles del este.

Sin remontarnos a asentamientos primitivos de tiempos remotos, la historia de Samarcanda empieza a finales de la Edad de Bronce, hacia el año 1000 a.C, momento en el que ya debía de existir una estructura urbana de cierto tamaño, y ha estado determinada por conquistas sucesivas que han ido definiendo grandes fases culturales.

La primera abarcaría desde sus orígenes hasta que fue conquistada por Alejandro Magno hacia el año 329, el cual le dio el nombre de Maracanda. Este período griego concluyó poco después, en el siglo III a.C., cuando los persas conquistaron toda la región y convirtieron la ciudad en la capital de la satrapía de Sodgiana, una región cultural que comprendería más o menos el actual Uzbekistán.

Durante los siglos siguientes, la región se mantuvo en general en la periferia del imperio persa, cada vez más próspera gracias a su posición estratégica en la ruta de la seda, aunque recibía invasiones periódicas de pueblos nómadas del norte y del este, como la invasión en el siglo I d.C de los hsiung-nu, un pueblo de origen chino que quizás esté emparentado con los hunos, los bárbaros que liquidaron al imperio Romano siglos después.

Sí que fueron claramente hunos los siguientes protagonistas de la historia de Sodgiana, los heftalitas, también conocidos como hunos blancos, una horda turco-mongola que se escindió de los Rourán del este en el siglo IV para avanzar imparable por toda la región.

A finales del siglo VI, los persas consiguieron recuperar Sodgiana y derrotar a los heftalitas, que mientras tanto se habían integrado con la población local, pero al poco todo el imperio persa se derrumbó ante el empuje de los árabes, quienes conquistaron Sodgiana a principios del siglo VIII. Con ellos llegó el Islam, que no tardó en desplazar al zoroastrismo que imperaba hasta entonces.

Timur y la dinastía timúrida

Primero con los omeyas y luego con los abasíes, la región se mantuvo durante siglos en la órbita del califato de Damasco y Bagdad, pero gobernada de forma independiente, primero por los samánidas persas y luego por los qarajánidas túrquicos. Fue un período de gran esplendor cultural en el que surgieron grandes mentes científicas como el matemático y astrónomo Al-Juarismi, que quizás nació en Khiva en el año 783, el médico y filósofo Avicena, nacido en Bukhara en 980 o el astrónomo enciclopedista Al Biruni, que nació en Corasmia en el año 973.

A principios del siglo XIII, Sogdiana cayó bajo la fuerza imparable de Gengis Kan y sus hordas de mongoles en su camino por la conquista del mundo y a su muerte el territorio pasó a formar parte del Kanato de Chagatai, que incluía prácticamente toda Asia Central.

Siguió un período de tensiones y divisiones internas hasta que en el siglo XIV apareció en escena Timur, también conocido en español como Tamerlán. Timur nació en Kesh, cerca de Samarcanda, en el año 1336. Gracias a su talento para las cosas de la guerra y la estrategia, hacia 1363 consiguió reunificar la región, que gobernó de facto aunque para guardar las formas mantuvo a un kan títere en el poder, ya que según las normas mongolas solo los herederos directos de Gengis Kan podían ser nombrados kanes.

Timur instaló su capital en Samarcanda y desde allí fue organizando expediciones militares cada vez más lejos hasta que terminó por conquistar toda Asia Central, Persia, Siria, el norte de India y la península de Anatolia gracias a su ingenio militar y la fuerza de su ejército, que estaba compuesto por turcos, mongoles, tártaros, peras y hasta indios con elefantes.

En diciembre de 1404, después de dos años de preparación, trató de conquistar China, la última pieza que le faltaba para recomponer el imperio de Gengis Kan, que por entonces habían recuperado los chinos después de haber expulsado a los mongoles. Su plan era muy ambicioso, comenzar el ataque en invierno para sorprender al emperador chino y llegar a la capital en primavera. Pero al poco de salir la expedición, cuando aún estaba en tierras kazakas, el 19 de enero de 1405 murió de una infección, tal vez una pulmonía.

El imperio de Timur se fragmentó tras su muerte y la Transoxiana se disgregó en pequeños kanatos -khiva, Bukhara y Kokand-, que fueron languideciendo a medida que la ruta de la seda fue perdiendo importancia. En el siglo XIX, la zona estaba prácticamente bajo control de Rusia, que terminó por anexionarla por completo con la revolución bolchevique. Con la perestroika, el 21 de diciembre de 1991, Uzbekistán volvió a recuperar la independencia.

Las madrasas del Registán

Salimos un viernes por la tarde. Llegamos al aeropuerto un tanto ajustados y nos metieron algo de miedo en el cuerpo. Debíamos hacer una escala en un aeropuerto pequeño de Moscú, donde llegaríamos hacia las 12 de la noche hora local, y en el mostrador del check-in solo nos sacaron la tarjeta de embarque del primer vuelo. Bueno, a las malas, nos dijimos, ya nos buscaremos la vida para hacer algún viaje chulo desde Moscú, pero al final una policía de rasgos siberianos nos gestionó el transbordo sin problemas.

Aterrizamos en Samarcanda hacia las siete de la mañana sin apenas haber dormido y yo con fiebre de un resfriado que arrastraba desde hacía un par de días. Cambiamos unos cien euros a soms, dejamos las mochilas en la estación y nos fuimos a ver la ciudad. Casilla de salida: el Registán.

El Registán es una plaza colosal cerrada por tres madrasas, que es el nombre árabe que reciben las escuelas.

El Registán de Samarcanda

A la izquierda según miras de frente se encuentra la madrasa de Uluğ Bek, que fue terminada hacia el año 1420. En su época albergaba a unos cien estudiantes, que además de materias religiosas se dedicaban al estudio de la astronomía, la filosofía y las matemáticas. Hoy en día, las habitaciones superiores están vacías y las inferiores están ocupadas por pequeñas tiendas de souvenirs, algo que es frecuente en las madrasas históricas que no están en uso o abandonadas.

Madrasa de Ulugh Beg
Madrasa de Ulugh Beg.
Madrasa de Ulugh Beg, patio interior
Madrasa de Ulugh Beg, patio interior.
Se puede subir al techo, desde donde hay unas vistas estupendas, por una escalera de caracol que hay en una de las habitaciones que dan al patio
Se puede subir al techo, desde donde hay unas vistas estupendas, por una escalera de caracol que hay en una de las habitaciones que dan al patio

Enfrente se encuentra la madrasa de Sherdar, terminada en 1636 por orden del emir Yalangtush, que se caracteriza por los dos grandes felinos que decoran la fachada, algo inusual en las construcciones islámicas, donde las representaciones de humanos y animales están prohibidas.

Madrasa de Sher-Dor
Madrasa de Sher-Dor
Patio interior de la madrasa de Sher-Dor
Patio interior de la madrasa de Sher-Dor

Entre las dos, en el centro, se levanta la madrasa de Tilya Kori, terminada hacia el año 1660. Desde fuera parece la más sosa, pero el interior es espectacular.

Madrasa de Tilya Kori
Madrasa de Tilya Kori
Madrasa de Tilya Kori
Madrasa de Tilya Kori

Shah-i-Zinda

Después de ver el Registán marchamos hacia la necrópolis real de Shah-i-Zinda, pero en lugar de ir por la calle principal dimos un rodeo por el cementerio, que es impresionante. Por aquí tienen la costumbre de añadir el retrato del difunto a la lápida y pasear entre las tumbas desordenadas viendo las caras de los muertos da como un no sé qué.

Cementerio de Samarcanda
Cementerio de Samarcanda

Shah-i-Zinda es un conjunto de más de 20 pequeños mausoleos dispuestos a lo largo de un corredor que se levantaron en su mayoría entre los siglos XIV y XV, aunque alguno se remonta a mucho tiempo atrás. Nos metimos en la necrópolis por la parte de atrás, por el camino del cementerio, donde no te piden entrada (bueno, es que nos colamos saltando un muro), pero un alarde de honradez, fuimos a pagar la entrada antes de la visita, que al final estos sitios se mantienen gracias al turismo.

El observatorio de Ulugh Beg

Después de visitar el mausoleo de Shah-i-Zinda comenzamos a andar por una carretera muy grande hacia el observatorio de Ulugh Beg, pero a medio camino nos hartamos de los coches y tratamos de acortar subiendo por un terraplén lleno de zarzas que había en un lado. No sé cómo terminamos en el cementerio judío, que estaba cerrado al público, donde un grupo de trabajadores nos guió hasta el camino bueno para el observatorio, uno que atraviesa el Afrasiab, el núcleo de la ciudad pretimúrida, en el que hoy no se distingue nada a simple vista, aunque si se viaja con tiempo -que no era nuestro caso- recomiendo visitar el museo.

El observatorio se terminó de construir hacia el año 1429, por orden de Uluğ Bek, nieto de Timur, y fue destruido por una horda fanáticos religiosos un par de décadas después, hacia 1449. Hoy en día, aparte de un museo pequeño y prescindible, solo se conserva una gran galería en forma de semiarco que servía para realizar observaciones astronómicas

Observatorio de Uluğ Bek
Observatorio de Uluğ Bek
Observatorio de Uluğ Bek
Observatorio de Uluğ Bek

La mezquita de Bibi-Khanym,

La penúltima visita fue a la mezquita de Bibi-Khanym, que ha sido reconstruida parcialmente en tiempos modernos después de que quedara muy dañada en 1897 por un terremoto feroz. La leyenda atribuye su construcción a una esposa de Timur y se cuenta que el arquitecto le solicitó un beso en la mejilla como recompensa por su labor, lo que le costó la cabeza, pero más bien parece que fue un encargo del propio Timur hacia 1399 para dotar a la capital de su imperio con la mezquita más colosal levantada hasta la fecha.

Mezquita de Bibi-Khanym
Mezquita de Bibi-Khanym
Mezquita de Bibi-Khanym

Hay cierta controversia sobre reconstrucción, que al parecer roza la reinvención. El caso es que a mí me gustó más la parte sin reparar.

Mezquita de Bibi-Khanym
Mezquita de Bibi-Khanym

El mausoleo de Gur-e Amir

Por último, fuimos a ver el mausoleo de Gur-e Amir («la tumba del rey») donde se encuentran enterrados Timur, sus hijos Shah Rukh Y Miran Shah, sus nietos Uluğ Bek y Muhammad Sultan, así como otros personajes ilustres de la corte timúrida. Fue construido hacia 1403 a partir de una edificación más antigua.

mausoleo de Gur-e Amir
mausoleo de Gur-e Amir
mausoleo-timur
Debajo de este grupo de tumbas se encuentra una cripta con los sepulcros reales. En teoría, la lápida negra es la de Timur

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